miércoles, 14 de julio de 2010

Terminan los sanfermines con carreras, sustos y con la mente ya en el 2011

 Miles de personas entonarán esta medianoche el "Pobre de mí" que despedirá en Pamplona (norte de España) unos sanfermines algo menos concurridos que en otras ocasiones, aunque repletos del riesgo y emoción de siempre.

Muchos de quienes a las 12 de la noche de este miércoles canten, portando velas, la tonadilla popular "Pobre de mí" recordarán con un escalofrío la carrera delante de los temibles toros de la ganadería extremeña Jandilla, con que la que esta mañana concluyeron los encierros de la fiesta española más internacional.

Y es que este octavo y último encierro fue el más peligroso de los sanfermines 2010, con 11 mozos hospitalizados, 4 de ellos heridos por asta de toro.

No obstante, este año se redujeron las atenciones sanitarias con motivo de las fiestas, un 24 por ciento menos que en 2009, según indicaron los servicios de urgencias del Servicio Navarro de Salud.

En concreto, en estos sanfermines 2010 ha habido un total de 679 personas atendidas por los servicios sanitarios, 37 de ellas en los encierros y nueve por heridas de asta de toro.

Así, en el encierro de hoy, los bravos Jandilla confirmaron la terrible fama que les precedía (el año pasado uno de sus toros acabó con la vida de un corredor madrileño) y cornearon a cuatro mozos, además de provocar numerosos traumatismos, fracturas y trompicones entre la concurrencia.

Pero por encima del peligro e incluso de las magulladuras recibidas en las peligrosas carreras delante, al lado o detrás (que de todo hay) de los astados, quedará para los turistas que se acercaron a Pamplona el recuerdo de nueve días en los que no faltaron la música, la francachela, los bailes en las calles, los fuegos artificiales ni las comparsas de gigantes y cabezudos.

Sin olvidar el espíritu de compañerismo y camaradería de los mozos al enfrentarse a los toros, percibido por escritores como Ernest Hemingway, de quien todos los años se ven "dobles" en las calles de Pamplona.

A uno de ellos se le podía ver hoy a pie de calle, circunspecto y apostado en un portal descubierto, mientras a menos de un metro arremetía a la carrera "Gavioto", el astifino que en este último encierro causó mayores desaguisados entre los mozos.

Los pamploneses y quienes les visitan en fechas tan señaladas son gente agradecida y después del encierro de hoy, con la corporación municipal ataviada con trajes de gala y acompañada por maceros y timbaleros, dieron gracias a su patrón por protegerles con su capote en los mañaneros duelos taurinos.

Este acto religioso dio paso después a otro no menos emotivo, el último recorrido por las calles del Casco Viejo de la Comparsa, que finalmente se despidió hasta el próximo año en la plaza del Ayuntamiento.

Allí acudieron cientos de niños para decir adiós a quienes todas las mañanas les sorprendieron con la majestuosidad de sus bailes.

La despedida coincidió con la presencia en la casa Consistorial del futbolista navarro Javi Martínez, a quien la alcaldesa ofreció una recepción después de regresar de Sudáfrica como integrante de la selección campeona del mundo.

La pasión de los sanfermines sólo tuvo rival estos días en Pamplona en el avance victorioso de España hasta hacerse con la copa del mundo de fútbol el pasado domingo.

De hecho, el color que más ha brillado en los encierros, junto al blanco tradicional de los mozos más fieles a la esencia de la fiesta, ha sido el rojo de las camisetas de la selección española.

Cuando esta medianoche los mozos ataviados de rojo y blanco entonen el "Pobre de mí" habrán pasado 204 horas desde que miles de personas recibieron en este mismo lugar los sanfermines el pasado 6 de julio.

Llegada la hora mágica, los asistentes, con sus rostros iluminados por las miles de velas, serán convocados por la alcaldesa para la fiesta del próximo año.

Este momento será especialmente emotivo para Yolanda Barcina, pues tras doce años al frente del gobierno de Pamplona sabe que el 6 de julio de 2011 ya no regirá la ciudad al no presentarse a la reelección.

Terminado este acto, tras los cánticos de rigor del "Pobre de mí", donde se mezclan pena y alegría, para muchos aún será joven la noche y, aunque sin conciertos ni verbenas, los bares continuarán abiertos hasta la madrugada.

Como epílogo de los festejos, parte de sus clientes harán que el cuerpo aguante hasta el "encierro de la villavesa" que, ya sin ese autobús de transporte urbano que en el pasado se usaba a guisa de "motorizado" toro postsanfermín, mañana suplirán a los morlacos con la imaginación y las ganas de reír hasta el último aliento. (EFE)

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