lunes, 11 de enero de 2010

Castella perdió un rabo por pinchar y Ortega cortó dos orejas en La México

El diestro francés Sebastián Castella perdió un rabo por culpa de la espada en una gran faena y el mexicano Rafael Ortega cortó dos orejas en otra magnífica faena, en la décima corrida de la temporada celebrada hoy en la Monumental Plaza México.

El también mexicano Fermín Spínola no corrió con la misma suerte, tuvo destellos pero se fue de vacío.

Con tiempo gélido y casi media entrada, unos 18 mil espectadores, se lidiaron siete toros, uno de regalo, del hierro de Teófilo Gómez, justos de presencia, parejos de tipo. El quinto fue protestado por su falta de trapío.

En líneas generales, al encierro le faltó un gramo de raza, para dar más sensación de peligro. Los toros primero y segundo, con buena clase, fueron premiados con la vuelta al ruedo en el arrastre, éste último con algunas protestas.

Ortega ha tenido una de sus mejores actuaciones en México. Al primero lo toreó con templanza con el capote, lucido con las banderillas y faena bien estructurada, con un trazo limpio y de torería y lo mató de estocada saliendo rebotado en el encuentro. Dos orejas, una de ellas protestada sin mucha fuerza.

En el cuarto hizo lo mismo que en el anterior, pero concluyó con una estocada muy baja. Aplausos.

Castella reapareció y cuajó al segundo. El galo ofreció una cátedra de bien torear, al extraerle al toro todo lo que llevaba dentro. Faena de gran impacto por todo el contenido que reunió, lo pulcro del trazo y su calidad. Lástima que pinchó tres veces y malogró una faena de rabo. Vuelta al ruedo entre aclamaciones.

El quinto, que fue protestado, Castella le hizo una interesante labor pese a todo y fue ovacionado. Regaló un séptimo, que no ayudó mucho y Sebastián le sacó todo. También por no estar fino con el acero, perdió como mínimo una oreja. Gran ovación.

Spínola cargó con el lote menos propicio. Voluntarioso, con deseos, tuvo destellos con el capote, mejor con los palos en sus dos toros, y faena con la muleta sin terminar por romper y para colmo tampoco estuvo certero con el acero. Silencio y aplausos.

El subalterno Raúl Bacelis saludó montera en mano desde el tercio tras poner banderillas al de regalo y Ortega salió en hombros de la plaza. (EFE)

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