sábado, 25 de julio de 2009

Deslumbran niños toreros en Saltillo


Juan Pablo Llaguno, uno de los más sobresalientes en el Encuentro Nacional de Niños Toreros.


Foto: Daniel Becerril/Vanguardia


Antonio Santos
Todo iba muy bien hasta que Jesusín Torres, el que más alborotó y cautivó a la clientela, se lió a encarar al juez de plaza para pedir un indulto inapropiado, inaplicable, ayer durante el Encuentro Nacional de Niños Toreros, que se llevó a cabo exitosamente este domingo en la Plaza “Armillita”, de Saltillo, Coahuila.
Los cinco niños y la niña torera deleitaron con su toreo a los aproximadamente mil espectadores que fue testigos de unos de los festivales más serios y profesionales que se hayan visto en los últimos años, pero como la mayoría de las veces en esta plaza, el detalle de chabacanería no podría faltar con los anfitriones, cuando en el sexto de la tarde, una horda de paleros desde el callejón empezaron a pedir que se le perdonara la vida a un becerro sin merecimiento alguno, que presentó dificultades, revoltoso y descastado para embestir, aunque aguantó muchos pases. Y todo por quedar bien con el distinguido profesor Ricardo Torres Martínez, tío abuelo del precoz chamaco que apunta para torero importante.
Sin embargo, el juez de plaza salomónicamente resolvió argumentando a través del micrófonos que en la Escuela Taurina de Aguascalientes no se permite a los niños más pequeños matar a los becerros, por lo que se le perdonó la vida, más no por merecimientos ganaderos, sino por una prohibición que habría que ver qué tan legítima es.
Finalmente, el pequeño Jesusín se adjudicó las orejas y rabos simbólicas que bien se ganó con su entrega, intuición e inteligencia torera, pues pareciera que ha toreado mucho. Lástima que siendo tan pequeño, y sin poseer aún un sentido autocrítico, responsable, profesional y honrado, las personas cercanas a él le quieran inculcar que las orejas se ganan con pirotecnia, oropel y encarando al juez de plaza cuando puede llegar a ser un torero que no necesite de eso. Todo dependerá de sus mentores.
Los erales de El Vergel cumplieron para que los aspirantes pudieran mostrar sus cualidades, salvo el corrido en cuarto, el más complicado.
Esa lastimosa chabacanería con que terminó la historia del sexto no se reflejó en los otros alumnos de la Escuela Taurina de Aguascalientes y la de Querétaro, quienes hicieron un toreo muy serio y recibieron el premio justo a su labor, sin consideraciones ni premios desmedidos.
Como en el caso de la torera Paola San Román, quien tras una vistosa faena perdió las orejas por pinchar y se metió al callejón entre lágrimas de frustración y pundonor torero, sin buscar el triunfo fácil.
Al igual que Jorge Salvatierra, un chavalillo que pese a la negativa del juez, el público exigió la oreja y le fue concedida por petición mayoritaria, y la paseó con gusto y sobriedad.
Juan Pablo Llaguno, torero serio, con percha y elegancia, fino en su quehacer, que se topó con lo más malo del encierro. Escuchó un aviso, pero muchos aplausos.
Juan Pedro Herrera elaboró una bulliciosa faena que culminó con soberbio volapié tendido para una oreja.
José María Pastor, serio chamaco que heredó el buen toreo de su padre. Se desenvolvió con carisma y soltura, pero como pinchara sólo escuchó nutridos aplausos.
Regaló un becerro el más pequeños de la dinastía Llaguno, Juan Pedro, quien también alborotó a la clientela pues es aún más pequeños que los demás, y también a su becerro le perdonaron la vida para que el chavalillo recibiera las orejas y rabo simbólicos y se llevara el trofeo en disputa.

Ficha - Plaza de toros Fermín Espinosa "Armillita" un tercio de entrada.

Erales de "El Vegel" buenos en general.

José María Pastor, Vuelta.

Juan Pedro Herrera, Oreja.

Paola San Román,Vuelta.

Juan Pablo Llaguno,Silencio tras aviso.

Jorge Salvatierra, Oreja.

Jesús Adrian Torres “Jesusín” , Vuelta.

Juan Pedro Llaguno, Vuelta.

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