El debutante Miguel Tendero cortó una oreja, la primera del ciclo de corridas de a pie, por una enrazada faena al toro menos malo de un deslucido encierro, este martes en Pamplona (norte).
FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Alcurrucén, con presencia aunque con notables desigualdades. Serios y astifinos, noblones y de poco juego. El tercero tuvo mejor condición, pero sin llegar a "romper"; y el sexto, el mejor, humilló de verdad, y desplazándose, aunque a menos.
Luis Bolívar: bajonazo (silencio); y bajonazo (silencio tras aviso).
Salvador Cortés: metisaca y estocada baja (aviso y silencio); y pinchazo y estocada casi entera perpendicular y descabello (silencio tras aviso).
Miguel Tendero: tres pinchazos, media tendida y descabello (silencio tras aviso); y estocada (una oreja).
La plaza tuvo lleno de "no hay billetes" en tarde agradable.
SOLO UN TORO POTABLE
Buen estreno de Tendero en "San Fermín", con una oreja, teniendo en cuenta el principal condicionante de esta feria, el toro exageradamente fuerte, término que hace referencia a la presentación, sobre todo a los pitones, astifinos, supuestamente intactos. El toro sin "afeitar", que por desgracia es poco frecuente fuera de aquí y de plazas como Madrid, Sevilla y Bilbao.
Tendero, que entró a última hora en el cartel por la vía de la sustitución al estar "Fundi" lesionado, ha matado dos toros de aquí te espero. Eso ya es importante. Y además ha triunfado. Sigue por tanto en ascenso la ilusionante carrera que dio comienzo cuando tomó la alternativa, nada menos que en Madrid y hace apenas un mes.
Oreja en el sexto de corrida, en el penúltimo suspiro de una tarde sin apenas contenido. Por eso hay que apreciar aún más el triunfo.
Tuvieron que darse algunas circunstancias para ese reconocimiento. Fue decisiva, por ejemplo, la espeluznante voltereta en el epílogo de faena, saliendo prendido el torero por la faja, zarandeado durante unos segundos de verdadera angustia. Lo cogió para matarlo, pero no pasó nada.
Contó también la espada: un estoconazo y de "Alcurrucén" patas arriba. Y no hay que olvidar, por ultimo, que fue el toro más potable con diferencia de los seis, requisito fundamental para que la faena se desenvolviera en parámetros distintos y muy mejorados respecto a los de las cinco anteriores.
El toro no apuntó nada bueno en los dos primeros tercios, entrando al caballo al relance, "acostándose" y empujando con un solo pitón. Tuvo "guasa" en banderillas, obligando a pasar o en falso o dejando un solo "palo".
Sorprendentemente cambió a bueno en la muleta, desplazándose por abajo y con largura. Tendero le cogió enseguida la distancia, la velocidad y la altura, premisas fundamentales para una buena conjunción entre toro y torero en las tres primeras tandas.
Pero duró poco la esperanza. El animal empezó a pararse. Aunque Tendero, motivado por su propia raza, no renunció a seguir "ahí". En unas manoletinas finales llegó el volteretón. Ni se miró, yéndose otra vez al toro, descarándose en un singular y oportunísimo desplante. La plaza enardecida. Sobre la marcha montó la espada. Y estocada letal. Cayó la oreja que compensó todo.
Pues el resto de corrida resultó un suplicio para toreros y público. Y eso que tampoco fue malo del todo el tercero, que iba y venía con nobleza aún faltándole un tranco en la embestida. Tendero había puesto ganas y pegó buenos pases, aunque aislados. Aprovechó que el toro se apagaba para un parón que, sin embargo, no pasó del proyecto. Faena limpia, valerosa, bien concebida y estructurada, pero con escasa aportación del toro.
El primero de Bolívar salió frenándose y echando las manos por delante. Manseó en el caballo, y en banderillas estuvo reservón y distraído. Citó Bolívar al principio de faena en la distancia larga, pero sin respuesta del toro. Tampoco en las cercanías. Bolívar lo intentó aunque poco convenido.
El cuarto, otro que "no sirvió", como buen manso tomó el segundo puyazo en el picador de puerta, y obligó al buen banderillero colombiano Gustavo García "Jeringa" a dejar "los palos" lo que se dice "rejoneando", es decir, de uno en uno y alargando el brazo al tiempo de poner pies en polvorosa. En la muleta no pasó de las medias arrancadas y a empellones. Naturalmente hubo sólo medios pases y sin hilván. Se frenaba mucho, se volvía..., y bastante hizo Bolívar con intentarlo.
El primero de Cortés derribó, asustándose de su propio estropicio y huyendo de los capotes que le salían al paso. Manso sin paliativos, esperó en banderillas, y en la muleta duró sólo dos tandas por el derecho y echando la cara arriba. Cortés lo intentó, muy encima, muy firme, robándole los pases de uno en uno. No dejó poso el trasteo, tan largo que sonó el aviso antes de montar la espada.
El quinto disimulaba su falta de trapío con una descarada cornamenta. Hizo sonar estribos, y para abundar en sus defectos fue mal lidiado y peor banderilleado. Le costó desplazarse, punteando, con embestida corta y discontinua. Tan mala aptitud impuso demasiadas pausas al tesonero trasteo de Cortés.
Foto: Vanguardia/EFE
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